Mostrando entradas con la etiqueta despedida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta despedida. Mostrar todas las entradas

viernes, 1 de abril de 2016

Final apresurado.

Casi cuatro meses sin escribir en el blog, debería darme vergüenza... Pero ni lo tenía olvidado ni lo he abandonado sin razón alguna. Tengo más de una entrada empezada y sin publicar, porque no conseguía expresar como me gustaría lo que os voy a contar ahora, pero he decidido que esto no puede seguir esperando, y espero poder terminar ésta entrada y contaros por fin porque dejé de escribir.

Como seguramente habréis adivinado, dejé de escribir porque dejé de ser aupair, y aunque ha sido una sensación agridulce la de volver a casa antes de lo que esperaba, tengo que decir que en realidad ha sido más fácil de lo que creí que lo sería. 

Podría pasarme horas explicando la razón de mi vuelta a casa inesperada, pero ésta es la parte en la que me atascaba al escribir, por lo que he pensado que haré una lista de las razones sin entrar demasiado en ello. Porque en realidad, no ha habido ningún drama que haya precipitado mi vuelta, sino que ha sido un cúmulo de factores que ha demostrado que en realidad no tenía mucho sentido que siguiese donde estaba. Así que, aquí va mi lista de razones (de antemano os pido perdón por ésta forma tan rara en la que os voy a contar todo esto).

  • Después de Navidades, cuando volví, ya nada era tan excitante como al principio. Cuando en Agosto me mudé con mi familia de acogida, tenía por delante toda una experiencia que vivir y descubrir. Conocer sitios nuevos, hacerme al día a día con los niños, aprender cosas sobre la cultura francesa, hacer nuevas amistades... Pero cuando volví después de las Navidades me encontré con la misma rutina que había vivido durante los cuatro meses anteriores, sólo que sin la excitación del principio.
  • Mis mejores amistades se habían ido. Puede que esto suene infantil y absurdo, pero antes de Navidades tenía un grupo de amistades con el que me juntaba todos los días, con las que podía hacer de todo y con las que desahogarme cuando algo iba mal. Pero cuando volví, las únicas que quedábamos eramos una chica que no tenía coche y dependía de nosotras para poder quedar y que tenía un horario tan diferente que hacía que no pudiésemos hacer demasiados planes juntas, otra chica que vivía a unos 20 minutos en coche de nosotras, y otras dos chicas que con el tiempo se habían ido distanciando. 
  • El invierno en el norte es duro. Puede que esto suene absurdo cuando solo estaba a 1000km al norte de donde vivo, y sobre todo teniendo en cuenta que tengo una amiga viviendo en Noruega que me cuenta lo difícil que es el clima nórdico. Pero volver más triste de lo que me había ido y encontrarme con que a las 16:00 ya empezaba a anochecer y con que el frío que hacía impedía hacer la mayoría de las cosas que hacíamos, no fue fácil.
  • Venir a casa y recordar lo que es la vida aquí. Vivir en el extranjero es algo excitante y algo que sin duda opino que todo el mundo debería hacer por algún tiempo, pero en ningún lugar se está como en casa. Ojo, no digo que casa tenga que ser el edificio, pueblo o país en el que naciste, sino que en lo que sientes como tu hogar, y no llegué a sentir a Francia como mi hogar en ningún momento. Volver a casa y sentirte comprendida, arropada, ver que las cosas son tan fáciles como poder entenderte (en idioma, en gestos, en costumbres...) con todo el mundo, ver a quienes siempre te han querido, y volver a alejarte de ello es difícil.
  • Yo ya había vivido la experiencia de vivir en el extranjero. Ya lo había mencionado en otras ocasiones, pero lo pongo otra vez para quien no lo supiera. Cuando tenía 17 años me fui a los Estados Unidos a pasar un año como estudiante de intercambio. Y ese año alejada de mi hogar, descubriendo otra cultura, aprendiendo otro idioma, conociendo a gente increíble ya me quitaron ese gusanillo que, creo, tenemos todos y nos hace querer recorrer mundo. Ya me había saciado de esa necesidad de independencia y de explorar.
  • La familia sentía que no me necesitaba tanto como al principio. Creo que todo empezó el día en el que le comenté a los padres de los niños que el pequeño había dado sus primeros pasos conmigo. Vi que la madre, aunque intentó disimularlo, se sintió fatal cuando se lo conté, y yo me sentí fatal por haberlo hecho. ¿Qué me costaba a mí no decir nada y dejar que cuando diese los primeros pasos delante de los padres ellos pensaran que habían sido sus primeros pasos? Simplemente no lo pensé. La madre de los niños me había dicho que en un par de años pretendía buscar una reducción de jornada y así poder estar todas las tardes con los niños, pero poco después de aquello empezó a buscar un trabajo que le permitiera estar más en casa, y en poco tiempo consiguió tener un día a la semana libre y volver antes a casa otros días. Todavía nos apañábamos, pero mi presencia era cada vez menos necesaria, y aunque la madre estaba encantada de tenerme para que le echara una mano, ya no dependían de mi como lo hacían antes.
Y al final, cuando la madre notó que me sentía triste y que no me adaptaba tan bien como lo había hecho la primera vez me propuso lo siguiente: me ofreció volver a casa para un par de meses y así decidir si quería volver a Francia para pasar otros cuatro meses con ellos o si quería quedarme aquí definitivamente. Cuando me lo propuso no dudé demasiado, hice las maletas y volví a casa. Sabía que me vendría bien, ya que incluso si decidía volver, las cosas serían más faciles, porque por un lado me libraría de lo más duro del invierno y por otra, habría tenido tiempo de pasar algo más de tiempo en familia.

Pero como todo el mundo sabía decidí no volver, y aquí sigo. Y no me va mal. He encontrado trabajo, sigo estudiando Francés, estoy cerca de los que quiero, sigo hablando tanto con la familia como con los amigos que hice allí y tengo un recuerdo increíble de los 5 meses que pasé como aupair. 

Y corto aquí porque no quiero aburriros. Hoy os he contado las razones que me hicieron volver, porque no me parecía justo dejar el blog así. Y en otra entrada que haré pronto (espero), os comentare como me siento, si echo de menos a la familia, como fue la vuelta a casa, como reaccionó todo el mundo... 

¡Hasta ponto!

jueves, 10 de diciembre de 2015

Y la gente se va...

Empiezan las despedidas... Llega Navidad y todos estamos deseando volver a casa, ver a nuestra familia y amigos y descansar un poco. Pero al igual que algunos nos volvemos a casa para un par de semanas, hay aupairs que se van y que no van a volver. Sus experiencias como auparis han terminado, y les toca volver a casa. 

Mi amiga Arianne es un ejemplo de ello... Una de las primeras amigas que hice aquí, y sin duda una de las mejores amigas que me llevare de ésta experiencia. Vino habiéndose tomado un semestre libre, y el sábado que viene se va a casa y no volverá después de Navidades. Y se hace duro... Todas las que nos quedamos volveremos con una sensación de vacío porque no volveremos a ser el mismo grupo de antes, dos de las chicas (Arianne y otra amiga que conocimos hace algunas semanas) no volverán, y la experiencia no será la misma sin ellas. 




Es duro, y me hace pensar en lo duro que será cuando me toque volver a casa, porque entonces no serán un par de personas a las que tal vez no volveré a ver; serán todas las amistades que he hecho que se irán enfriando y que desgraciadamente con el tiempo desaparecerán... Pero es lo que tiene irse al extranjero, cuando te vas echas de menos a la gente a la que dejas atrás, y cuando vuelves las amistades y relaciones que has creando se van difuminando poco a poco hasta desaparecer. 

Pero son cosas de la vida, y sólo nos queda el pensar en que algún día nos volveremos a ver, y que en caso contrario nos quedaremos siempre con el recuerdo de una buena amistad que duró mientras duró la aventura. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Vuelta a la rutina

Había oído que pasaba, sabía de otras aupairs a las que les invadía ésto que me invade ahora a mí, pero en realidad no lo entendía... Hasta que me ha tocado a mí.

He vuelto más desanimada de mi visita a casa de lo que estaba antes, e incluso, éstos días se me están haciendo más duros que los primeros que pasé aquí, en los últimos días de agosto.

Y es que, cuando primero llegamos, estamos nerviosas, sentimos una falsa nostalgia que en realidad no es nostalgia, sino miedo a lo nuevo. Luego os adaptamos y empezamos a disfrutar de ésto. Incluso desde el primer día, en el que estamos llenas de nervios, estamos en la primera etapa de una gran aventura y eso nos anima. Pero luego volvemos a casa, y nos damos de bruces con la realidad y nos acordamos de cosas que no sabíamos que echábamos de menos... Despertarse a las mañanas y tener tu desayuno favorito casi listo, las cenas con amigos en los que te sientes 100% en tu elemento y no tienes que medir las palabras, el salir a tomar algo en un bar... 

Puede ser cualquier cosa, pero siempre aparecen ésas cosas que de una manera u otra olvidas, o que al menos olvidas lo bien que te hacen sentir. Y luego toca volver a la rutina... Tocan las despedidas que no son tan duras como la primera, pero que son más reales, porque ésta vez ya no tienes miedo a lo que te espera en el siguiente aeropuerto, sino que sientes pena expresamente por lo mucho que echarás a los que dejas otra vez atrás. 

Pero sobre todo luego llega la rutina. La rutina de las aupairs, que por mucho que sea buena, tampoco es la más excitante del mundo. Levántate, dale el desayuno a los niños, juega con ellos, prepara la comida, dales de comer, siesta (de los niños, momento relax), despierta a los niños, juega otro rato, báñalos, pon la cena y espera a que los padres vuelvan a casa. 

(**Ésta es mi rutina durante las vacaciones escolares de los niños, cuando tienen clases tengo mucho más tiempo libre**)

Y una vez vuelves a ésta rutina, empiezas a sentir una nostalgia un poco mayor, que poco a poco se irá disolviendo cuando vuelva a aparecer el ánimo del principio, pero que hay que pasar y no es lo más agradable...

viernes, 23 de octubre de 2015

Experiencia aupair: primera visita a casa.

Creo que ya lo mencioné en otro post, pero os lo repito... ¡ESTOY EN CASA! 

Todavía me despierto y me cuesta creerlo; muchos se me ríen porque solo llevo dos meses fuera de casa, pero se me hace muy raro estar de vuelta. Pero sobre todo tengo una sensación que no creía que tendría... No quiero volver a Francia. 

He tenido muchísima suerte con la familia que he encontrado ahí, tengo unas amistades con las que me lo paso genial y me encanta la zona... Pero ahora que he vuelto a casa, no quiero volver. Y no es la nostalgia lo que me da ganas de quedarme aquí. Es simplemente que aquí me siendo cómoda, me siento a gusto, mientras que vivir en el extranjero, a pesar de que es una experiencia única, es muy cansado. 

El escuchar todo el día un idioma que no es tu idioma materno, cansa mucho; si no hablo en francés, hablo en inglés durante todo el día, y a pesar de que tengo un buen dominio del inglés, siempre está ése pequeño esfuerzo que tienes que hacer para entender y para expresarte.

Orientarte en un sitio nuevo y depender de el GPS cada dos días también te cansa. Poco a poco te vas orientando, pero esa sensación de sentirte siempre medio perdida también cansa...

Y sobre todo el no sentirte en casa, cansa. No poder llegar a casa a la noche y desahogarme hablando con mi familia, quedar con mis mejores amigas y relajarnos tomando un café, no poder quedar con mi novio... Todo eso cansa...

Pero estar de vuelta en casa está siendo genial. Aunque el vuelo no fue tan bueno... La noche antes de venir a casa hicimos una cena en casa de una amiga y volví a casa a las dos, y a las cinco de la mañana, con algo menos de tres horas de sueño, os levantamos y nos pusimos rumbo al aeropuerto de Lyon. Llegamos a las 7.30 de la mañana, y para las 8, el niño mayor de la familia y su tia (que iban a Toulouse a visitar a los abuelos) fueron para su avión. El mio no salía hasta las 9.45, así que desayuné un croissant, un chocolate caliente y un zumo y habiendo hecho un poco de tiempo emparqué en mi avión.

Hacia tres años que no cogía un avión y cuatro y medio desde la última vez que cogí un avión sola, y parece ser que al igual que he desarrollado vértigo, he desarrollado un miedo a los aviones que antes no tenía.

Pero a las 11 aterricé y en cuanto bajé del avión y entré en la área de "llegadas" vi a mi novio y le dí un abrazo de ésos que se dan sólo en momentos como ése, y me lo comí a besos. Primero fuimos a su pueblo y comimos con toda su familia. ¡No os imagináis mi alegría al ver a todos mis sobrinos y cuñados! Pasamos unas horas juntos y luego nos fuimos hacia mi casa, donde me reuní con mi madre, mi padre, mi hermano y su novia.

Y me he pasado los días de visita en visita... entre familia y amigos he visitado a todos a los que he podido visitar. He hecho recados, visitas y he trabajado en la granja familiar (tenemos dos mil manzanos y es época de recogida de manzanas...) y al final se ha pasado mi visita volando...

Cuando me vuelva a Francia y vuelva a la rutina me volveré a sentir contenta allí, pero ahora mismo siento que no quiero volver. Pero todo se verá y ya os iré contando...

lunes, 5 de octubre de 2015

Experiencia aupair: "Resaca" post-visita

Como ya os he contado, mi novio vino a visitarme la semana pasada, y hemos pasado siete días geniales juntos. Pero como todo lo bueno, esto también llego a su fin... Y ha sido una montaña rusa de emociones. 

Los días que hemos pasado juntos han sido geniales. Hemos visitado algunos sitios, hemos aprovechado para descansar, he vivido mi rutina francesa en su compañía, y sobre todo hemos estado juntos como siempre; cosa que echábamos de menos más de lo que parecía.

Creo que ya lo conté, pero mi novio no se lleva muy bien con los aviones, por lo que para venir a visitarme se ha hecho más de 900km en coche. Salió un jueves de madrugada y llegó a la tarde. El camino fue largo y aburrido para él, pero la espera tampoco fue fácil para mí. Saber que estaba solo en la carretera, conduciendo todo ese porrón de kilómetros, sin haber podido descansar lo suficiente la noche anterior... Me pasé las horas desde que me desperté hasta que por fin llegó con los nervios a flor de piel. Pero cuando me dijo que estaba llegando, salí fuera y le vi llegar en coche, la sonrisa mas boba que jamás he tenido se me puso en la cara. No podía parar de sonreír, y en cuanto bajó del coche lo abracé una y otra vez, sin llegar a creerme que estaba aquí. No sólo era el hecho de que llevábamos un tiempo sin vernos (porque en realidad era poco más de un mes, y no es tanto), sino el verle en éste escenario que es mío y en el que no hay nadie de la vida que llevo en casa; como un niño que se encuentra con su profesora por la calle y le cuesta asumir que la está viendo fuera del colegio, a mí me costaba asumir que tenía a mi novio aquí conmigo.

Y así fueron los días, volando, más rápido que cualquier otro día que haya pasado aquí. Y llegó el momento de la despedida. Ya desde la noche anterior sentía un nudo en la garganta, y como el primer día que vino a visitarme, lo abrazaba y lo besaba a cada momento, queriendo convertir los segundos en horas y sin querer que llegara el momento de su vuelta a casa. Pero como era inevitable, la mañana siguiente llegó. 

Desayunamos y nos preparamos a toda prisa porque tampoco teníamos tiempo de sobra y queríamos poder despedirnos tranquilamente. Aguanté las lágrimas hasta que metimos las cosas en los coches, pero en cuanto empezamos a despedirnos empecé a llorar. Hacía un mes que no derramaba una sola lágrima, pero volver a despedirme de él (aunque sólo fuera por un par de semanas, cosa que en realidad no es nada), se me hizo más duro de lo que creía. Y ésta vez incluso él soltó alguna lágrima, cosa que no hizo cuando nos despedimos la primera vez que partí para Francia. Entre abrazos y besos nos despedimos y él salió en su coche y yo me quedé en el mío un par de segundos para poder recomponerme de todo. Pero cuando salí y me acerqué al primer cruce, ahí lo vi en su coche, esperando a que el GPS pillara señal. Así que nos volvimos a despedir, y en cuanto tiré para adelante y dejé de ver su coche volví a recaer en un mar de lágrimas; ya me había despedido de él y no esperaba volver a verle hasta que fuera a casa de visita en un par de semanas, así que volver a verle después de haberme recompuesto de la despedida me hizo volver a caer en el llanto. 

Y como ya esperaba, cuando se fue me quedé peor de lo que estaba antes de que viniese a visitarme. Como una amiga y yo comentábamos, estás en un sitio nuevo, haciendo cosas interesantes, viviendo cosas nuevas... y tienes la felicidad (digamos que) en un 80%; pero luego recibes una visita de éstas y mientras dura tienes los niveles de felicidad al 100% y todo es perfecto, y estas con esa sensación de sentirte flotar que sientes cuando estas de vacaciones. Pero luego llega el momento de volver a la rutina, y pensando en todo lo que has hecho, vuelves a u 70 o a un 80% de felicidad, y ese bajón es lo que más cuesta asumir.

Tengo que aclarar, que mi momento de bajón solo duro unos minutos y que pronto me recompuse, aunque como otra amiga aupair que tengo aquí mencionó, ahora estoy con la "resaca post-visita". Esa sensación de vacío que te queda después de un tiempo de felicidad absoluta. Pero en nada volveré a casa a visitar a mi familia, a mis amigos y a volver a ver a mi novio, por lo que ahora me queda disfrutar de éstos días que tengo aquí antes de que lleguen las vacaciones y vuelva de visita a casa. 

domingo, 27 de septiembre de 2015

Experiencia aupair: La primera visita que recibo.

¡No me lo creo! Me despierto y tengo a mi novio al lado, y estoy en una realidad que es una mezcla entre mi vida del día a día en casa y mi día a día como aupair. A las mañanas tengo el día libre, y disfruto de éstas "vacaciones" con mi novio y por las tardes cuido de los niños y trabajo para luego volver con mi novio y pasar el final de la tarde y la noche.


Y si os preguntáis porque está mi novio de visita mientras yo sigo trabajando, porque, en realidad no aprovechamos sus vacaciones al 100%, os cuento...



Éste verano yo tenía un mes de vacaciones (entre la fecha en la que terminé de trabajar y el día en el que me tenía que venir a Francia para trabajar con la familia), y mi novio y yo íbamos a irnos a Galicia de vacaciones; pero en el último momento decidimos guardar esos días de vacaciones que tenía mi novio y aprovecharlos para estar juntos ahora y pasar unos días como pareja sin llegar a pasar más de un mes separados.



Y aquí tengo que hacer otro inciso. Puede que estéis pensando que no estoy aprovechando ésta experiencia tanto como debería; pero he de decir que yo ya pasé un año en el extranjero, alejada de todo y aprovechando el año fuera a tope y vi las dos partes de ésa experiencia: tanto la buena como la mala. Ya pasé por echar de menos, por querer estar con mis seres queridos y no poder. Y desde el principio me negué a pasar otro año así. Decidí vivir las cosas buenas más intensamente que el año anterior, pero me negué a sufrir por estar lejos de mis seres queridos. Si tuviese que hacerlo, aguantaría pasar un año sin ver a nadie, o verlos solo en Navidades y Semana Santa. Pero estoy cerca de casa (relatiamente) y gracias a la familia para la que trabajo tendré una semana de vacaciones cada dos meses (y dos semanas en Navidades), por lo que aprovecharé y viajaré a casa cuando pueda. 



Y lo mismo pasa con ésto. Para poder verlos durante todo el tiempo posible, cuando yo viaje de vuelta a casa él seguirá trabajando y no cogerá fiesta ésos días, y cuando él venga a visitarme yo seguiré trabajando, para poder aprovechar los días de vacaciones para estar juntos y hacer las visitas más amenas.


Pero aunque yo esté trabajando, nos estamos apañando estupendamente. En realidad yo no trabajo más de tres horas a las tardes, y él aprovecha éstas horas para descansar, pasear o conocer la zona, y cuando estamos juntos... Teníamos planes de viajar todo lo posible y aprovechar para enseñarle la zona. Y hemos hecho algún viaje y hemos visto zonas de los alrededores, pero sobre todo hemos aprovechado el tiempo para estar juntos,  conociendo una ciudad preciosa que tenemos a una hora de aquí, viendo películas en la habitación del apartahotel (con el wifi maldito que hizo que "Los Juegos del Hambre" durasen 5 horas entre cargar y no cargar...), paseando por los parajes preciosos de los alrededores... Simplemente disfrutando de la compañía mutua y acumulando momentos para cuando volvamos a tener que separarnos.








No sé cuál será la siguiente visita que recibiré, tengo unas amigas que vendran en enero, un amigo que vendrá en febrero, mi hermano y su novia que creen que podrán venir en abril y una amiga y su novio que vendrán con mi novio en alguna de sus visitas. Pero sé que ésto de tener un trocito de "casa" en forma de mi novio aquí me está encantando.

viernes, 21 de agosto de 2015

Experiencia Aupair: Primer dia como aupair.

Hace casi 24 horas que me reuní con la familia, y éste primer día ha sido... complicado. Ha sido más duro de lo que me gustaría (yo estaba feliz con la esperanza de no llorar nada y de ir adaptándome como quien se adapta a uno a un curso nuevo) pero también mejor de lo que me temía y sobre todo genial comparando con la experiencia en Estados Unidos el primer día.

La familia es genial. Son muy abiertos, se preocupan de cómo me siento, hacen que me sienta feliz y cómoda y son un gran apoyo. Lo cual me vendrá muy bien, pero en los momentos de bajón a quien necesito es a quien echo de menos. Pero ellos ponen todo de su parte, y no podré decir lo suficiente lo mucho que lo agradezco. Los niños... van a ratos... El pequeño me mira y me sonríe, si juego con el juega encantado y le encanta que le haga cosquillas. El mayor es algo más difícil. Yo tengo que hablarle en inglés (me dijeron que si no me importaba le hablará en ingles a ratos cuando me sintiera cómoda, pero hemos decidido que lo mejor para el niño es que le hable inglés siempre, cosa con la que estoy de acuerdo al 100%), y ahora mismo entiende muy muy poco (normal, tiene 4 años), por lo que podemos jugar, pero a cosas limitadas, y me cuesta mucho comunicarme con él, ya que las señas dan para poco y él no siempre tiene la paciencia que hace falta para entenderme a gestos. Pero los dos son dulces, sólo en un día se han adaptado a mi presencia, no me miran con caras raras y son muy educados.

Y lo mejor para mi adaptación es una chica que parece caída del cielo. La aupair a la que sustituiré. Durante un tiempo trabajaremos las dos a la vez y me irá enseñando las rutinas de los niños, los sitios a los que tendré que ir y me presentará a aupairs y sitios. Es de verdad un amor, me dijo que ha estado pidiendo los teléfonos de las nuevas aupairs que están llegando a la zona y que quedaremos con ellas y que nos enseñara sitios a todos. Pero es algo en ella, lo mismo que vió la madre de acogida en ella cuando con tan solo una llamada de Skype hizo que se decidiera por ella y no por la otra aupair que ya casi tenían contratada, lo que me tranquiliza. Tiene algo, una manera de hablar y de explicar las cosas que hace que me tranquilize. Al igual que hace con los niños, cada vez que ha visto que estoy nerviosa me ha tranquilizado y asegurado que pasaré un año increíble y que me adaptaré rápido (cosa que ya sé, pero que siempre ayuda oír a otros decirlo).

Pero no os he contado nada de lo que hemos hecho. Estánde vacaciones en una casa a media hora en coche de la casa de mi novio, por lo cual hace dos noches mi novio me vino a buscar y pasé la noche en su casa. Y ayer a la tarde, hacia las 4 cogimos el coche y vinimos aquí. Deberíamos de haber llegado en poco más de media hora, pero con el tráfico que había tardamos más de una hora. Y entonces fue cuando empecé a llorar. Me reía y lloraba a la vez, porque hasta mañana estaré a menos de 100km de casa y era absurdo que llorara ayer, pero sabía que en dos días saldría para el norte, a casi 1000km de casa y me superaba la tristeza. Y así pasé todo el camino, a veces llorando, a veces riendo y a veces riendo mientras lloraba. Casi nos perdimos pero de casualidad encontramos la casa y nos hicieron una preciosa bienvenida, incluso tenían colgado un cartel hecho a mano que decía "Bienvenue Enara". Pero a los pocos minutos mi novio se fue... Y en aquél abrazó desee poder parar el tiempo. Estaréis pensando en lo patética que parezco, pero no conseguí ser tan fuerte como me gustaría ser. 

La tarde fué bien, en cuanto mi novio se fue cambié de chip y me tranquilizé, seguía con ésa sensación triste, pero sin llorar. Y la tarde y la cena fueron genial, hablamos de muchas cosas e hice buenas migas con la otra aupair. Y luego llegó la noche. Y ahí lloré mucho más de lo que había llorado antes, porque entonces sí que no tenía a nadie de casa a quien abrazar. Pero hablé con mis padres por whatsapp disimulando la tristeza (según ellos lo estoy llevando genial, ya que no quiero decirles que ando triste y preocuparlos) y luego me desahogué con mi novio. Le dije que lo quiero más de treinta veces y le repetí que lo echaría de menos y que le compensaré por hacerle pasar por ésto. Y después de llorar otro buen rato me tranquilicé de nuevo. Yo siempre digo que cuando hay ganas de llorar hay que llorar, y efectivamente. A todas y a todos os digo que si sentís que tenéis ganas de llorar lo soltéis, os hará sentir muchísimo mejor.

Y por último repetir mi recomendación fundamental en éstas situaciones. Mantenerse ocupado es lo mejor. Cuando estoy con la familia, con los niños, haciendo cosas (aunque solo sea fregar los platos) me siento bien, tengo la mente ocupada y lo llevo genial. Así que, manteneos lo más ocupados posibles, y cansaros, cansaros para que cuando lleguéis a la cama caigáis rendidos y no os dé tiempo a pensar y poneros tristes.


miércoles, 19 de agosto de 2015

Mañana marcho para Francia!

Ya no queda nada! Mañana a la tarde me reuniré con mi familia de acogida (conté en otros posts como los conocí el año pasado y como los visite el mes pasado). 

No me queda nada! Ya se terminan todas las despedidas, y hoy diré hasta pronto a mis padres. En unas horas me llevarán a casa de mi novio y me despediré de ellos hasta mi siguiente visita. Y mañana a la tarde... mi novio me llevará a la casa donde mi familia de acogida está de vacaciones y me despediré de él también.

Y me siento... TRANQUILA. Y no me lo creo. Recuerdo que hace cinco años cuando estaba a un día de marcharme a los Estados Unidos para pasar un año ahí como estudiante de intercambio me pasé días nerviosa. Y recuerdo todo lo que lloré en el aeropuerto. Pero ésta vez estoy tranquila. Pienso que estaré a una hora de casa durante los primeros cuatro días, y que si las cosas van mal tanto mis padres como mi novio podrán estar ahí en menos de una hora en coche. Y cuando pasen los cuatro días marcharé con mi familia de acogida a 900km de distancia, pero que en avión queda a menos de hora y media. Y pienso que ésta vez no hay nada invertido (no como la vez en la que me fui a los Estados Unidos, en los que no solo habría que pagar casi 500€ en un tiquet de avión, sino que los miles de euros que mis padres habían pagado a la compañía se habrían desperdiciado). Aquí abajo os dejo una lista de cosas que me ponían nerviosa al irme a los Estados Unidos y al lado una lista de lo diferentes que son las cosas ahora:

Estados Unidos.                                                                    Francia.

Estaba a más de 10h de distancia            Estaré a hora y media en avión.
en avión.

No podía volver en 10 meses                   Podré volver cuando quiera 
ni recibir visitas (normas de                    (si encuentro vuelos decentes podré
la compañia, para asegurar que               venir a pasar el finde cuando 
viviese la experiencia al completo).          quiera.

Mis padres habían pagado miles              Si no tenemos en cuenta los regalos a 
de euros al programa, y si volvía             la familia no he gastado nada de 
todo ese dinero habría desaparecido.       dinero (ni siquiera un billete de avión).

Si algo iba mal y tenía que volver            Si las cosas van mal puedo volver y 
perdería un curso y tendría que               buscar algún trabajo.
repetir segundo de bachillerato.
No conocía a nadie ahí.                          Conozco a la familia.

Era la primera vez en irme de                 Ya he vivido una experiencia similar. 
casa para más de un mes.                                          


Las situaciones son totalmente diferentes y creo que haber pasado aquél año en el extranjero me hizo muchísimo más fuerte (ya escribiré algún post sobre mi experiencia como estudiante de intercambio en el extranjero). Y a veces pienso que tal vez mañana me ponga más nerviosa, ya que siempre suele haber un momento de mayor bajón en el último momento, pero estoy preparada para ello. Y lo que tengo claro es que si me pongo nerviosa o lloro o tengo dudas, no quiero que mis padres lo vean. A la vuelta de mi año en los Estados Unidos supe lo mal que lo pasaron ellos al recibir llamadas mías llorando todos los días durante una larga temporada. Por eso, ésta vez, si tengo momentos de bajón, llamaré a amigos, a mi novio o lo hablaré con gente que esté en la zona en la que vivo, pero tengo claro que no quiero hacera mis padres vivir una experiencia tan dura como la que vivieron cuando me fui a los Estados Unidos.

domingo, 16 de agosto de 2015

Experiencia aupair: Sentimientos que invaden

Me quedan cuatro días para irme a Francia con mi familia de acogida. Llevo unas cuantas despedidas y me estaba sorprendiendo a mí misma... No sentía ni nervios, apenas sentía la nostalgia típica que se siente poco antes de partir a otro país sola. Estaba increíblemente orgullosa de lo tranquila que estaba.

Pero ayer a la noche todo me vino encima a la vez. Había pasado el día con mis padres, mi hermano, su novia y mi novio; habíamos pasado el día comiendo en un pueblito precioso y pasamos la tarde en una zona que nos encantó. Fue una despedida, sin llegar a ser una despedida. Y fue genial.

A la vuelta, visitamos a mis abuelos y mis padres se quedaron a cenar con ellos, mi hermano y su novia fueron a casa de ella y mi novio y yo vinimos a mi casa. Y ahí llegó lo que no esperaba. Él trabaja un horario normal de 8 horas en una ciudad a casi una hora de distancia de donde vivo yo, pero no sólo trabaja ésas horas, sino que siempre está de guardia y si le llaman a cualquier hora tiene que acudir a su puesto de trabajo. Y ayer, siendo la última noche que dormiríamos juntos antes de que yo me fuera, siendo un sábado a la noche y teniendo la casa para estar tranquilos y pasar unas horas juntos y aprovechando las últimas horas que nos quedan juntos, le llamaron de su trabajo. Tenía que acudir por una urgencia y teniendo en cuenta la hora que era (9 de la noche) acabaría muy tarde aunque todo fuera bien y no le daría tiempo a volver. Sé que es una tontería, sé que muchos pensaréis en lo absurdo de la situación, pero yo tenía todo estructurado en mi mente; tenía planeadas las despedidas, y la de ayer iba a ser la última noche que pasaríamos los dos juntos en mi casa. Así que me vine abajo...

Bueno... tampoco me caí al suelo llorando, ni me puse histérica. Pero de un momento a otro empecé a sentir lo mucho que lo echaría de menos. Lo abracé con todas mis fuerzas y lloré por primera vez sobre ésta separación a la que  nos enfrentamos.

Y hoy me he levantado con una perspectiva totalmente diferente, incluso pienso en lo absurda que fue la situación, hoy vuelve a mi casa y ha prometido quedarse a dormir hoy a la noche, aunque mañana tenga que madrugar para ir a trabajar (ya que su casa está mucho más cerca de su trabajo que la mía). Pero creo que me vino bien llorar un poco, aunque fuera por una situación absurda, ya que los sentimientos que afloraron anoche estaban por ahí escondidos en algún lado y es mejor ir sacándolos poco a poco y no acumularlos todos hasta que explotan en el último momento. 


viernes, 14 de agosto de 2015

Experiencia aupair: Despedidas

La hora de marcharse va llegando y a la vez se acercan las despedidas; personalmente, odio las despedidas. Juntarse con amigos y familia, ser el centro de atención, ocultar las lágrimas cuando quieren salir... LO ODIO.

Ya me he tenido que despedir de mis dos mejores amigas. La primera se ha ido a Brasil a pasar todo el verano, por lo que fue la primera persona de la que me tuve que despedir hace algo más de un mes. Y la otra se va a pasar todo agosto de vacaciones, por lo que el día de mi cumpleaños me despedí de ella el día de mi cumpleaños cuando fui a visitarla el día de mi cumpleaños. 

Y la semana pasada tuve una comida familiar con toda la familia de mi novio. Todos nos juntamos e hicimos una comida en mi casa, en la que comimos, bebimos y hablamos durante toda la tarde. Y como regalo de cumpleaños y despedida me regalaron un increíble abrigo de invierno preparado para temperaturas extremas (las cuales tendré  Los veré un par de veces antes de irme pero aquella fue la despedida oficial. 

Ésta semana también me he despedido de mis abuelos, mis primos y algunos tíos. Lo malo es que en éstas fechas mucha gente se va fuera y suele ser difícil despedirse de todo el mundo. 

Puede ser difícil despedirse de todo el mundo. No quiero ni pensar en el momento en el que me despida de mis padres, mi hermano y mi novio. Pero cuando los sentimientos te invadan piensa en que pronto los volverás a ver, y sobre todo que te vas porque tú quieres y porque vas a hacer algo que tú has elegido hacer.