miércoles, 28 de octubre de 2015

Vuelta a la rutina

Había oído que pasaba, sabía de otras aupairs a las que les invadía ésto que me invade ahora a mí, pero en realidad no lo entendía... Hasta que me ha tocado a mí.

He vuelto más desanimada de mi visita a casa de lo que estaba antes, e incluso, éstos días se me están haciendo más duros que los primeros que pasé aquí, en los últimos días de agosto.

Y es que, cuando primero llegamos, estamos nerviosas, sentimos una falsa nostalgia que en realidad no es nostalgia, sino miedo a lo nuevo. Luego os adaptamos y empezamos a disfrutar de ésto. Incluso desde el primer día, en el que estamos llenas de nervios, estamos en la primera etapa de una gran aventura y eso nos anima. Pero luego volvemos a casa, y nos damos de bruces con la realidad y nos acordamos de cosas que no sabíamos que echábamos de menos... Despertarse a las mañanas y tener tu desayuno favorito casi listo, las cenas con amigos en los que te sientes 100% en tu elemento y no tienes que medir las palabras, el salir a tomar algo en un bar... 

Puede ser cualquier cosa, pero siempre aparecen ésas cosas que de una manera u otra olvidas, o que al menos olvidas lo bien que te hacen sentir. Y luego toca volver a la rutina... Tocan las despedidas que no son tan duras como la primera, pero que son más reales, porque ésta vez ya no tienes miedo a lo que te espera en el siguiente aeropuerto, sino que sientes pena expresamente por lo mucho que echarás a los que dejas otra vez atrás. 

Pero sobre todo luego llega la rutina. La rutina de las aupairs, que por mucho que sea buena, tampoco es la más excitante del mundo. Levántate, dale el desayuno a los niños, juega con ellos, prepara la comida, dales de comer, siesta (de los niños, momento relax), despierta a los niños, juega otro rato, báñalos, pon la cena y espera a que los padres vuelvan a casa. 

(**Ésta es mi rutina durante las vacaciones escolares de los niños, cuando tienen clases tengo mucho más tiempo libre**)

Y una vez vuelves a ésta rutina, empiezas a sentir una nostalgia un poco mayor, que poco a poco se irá disolviendo cuando vuelva a aparecer el ánimo del principio, pero que hay que pasar y no es lo más agradable...

viernes, 23 de octubre de 2015

Experiencia aupair: primera visita a casa.

Creo que ya lo mencioné en otro post, pero os lo repito... ¡ESTOY EN CASA! 

Todavía me despierto y me cuesta creerlo; muchos se me ríen porque solo llevo dos meses fuera de casa, pero se me hace muy raro estar de vuelta. Pero sobre todo tengo una sensación que no creía que tendría... No quiero volver a Francia. 

He tenido muchísima suerte con la familia que he encontrado ahí, tengo unas amistades con las que me lo paso genial y me encanta la zona... Pero ahora que he vuelto a casa, no quiero volver. Y no es la nostalgia lo que me da ganas de quedarme aquí. Es simplemente que aquí me siendo cómoda, me siento a gusto, mientras que vivir en el extranjero, a pesar de que es una experiencia única, es muy cansado. 

El escuchar todo el día un idioma que no es tu idioma materno, cansa mucho; si no hablo en francés, hablo en inglés durante todo el día, y a pesar de que tengo un buen dominio del inglés, siempre está ése pequeño esfuerzo que tienes que hacer para entender y para expresarte.

Orientarte en un sitio nuevo y depender de el GPS cada dos días también te cansa. Poco a poco te vas orientando, pero esa sensación de sentirte siempre medio perdida también cansa...

Y sobre todo el no sentirte en casa, cansa. No poder llegar a casa a la noche y desahogarme hablando con mi familia, quedar con mis mejores amigas y relajarnos tomando un café, no poder quedar con mi novio... Todo eso cansa...

Pero estar de vuelta en casa está siendo genial. Aunque el vuelo no fue tan bueno... La noche antes de venir a casa hicimos una cena en casa de una amiga y volví a casa a las dos, y a las cinco de la mañana, con algo menos de tres horas de sueño, os levantamos y nos pusimos rumbo al aeropuerto de Lyon. Llegamos a las 7.30 de la mañana, y para las 8, el niño mayor de la familia y su tia (que iban a Toulouse a visitar a los abuelos) fueron para su avión. El mio no salía hasta las 9.45, así que desayuné un croissant, un chocolate caliente y un zumo y habiendo hecho un poco de tiempo emparqué en mi avión.

Hacia tres años que no cogía un avión y cuatro y medio desde la última vez que cogí un avión sola, y parece ser que al igual que he desarrollado vértigo, he desarrollado un miedo a los aviones que antes no tenía.

Pero a las 11 aterricé y en cuanto bajé del avión y entré en la área de "llegadas" vi a mi novio y le dí un abrazo de ésos que se dan sólo en momentos como ése, y me lo comí a besos. Primero fuimos a su pueblo y comimos con toda su familia. ¡No os imagináis mi alegría al ver a todos mis sobrinos y cuñados! Pasamos unas horas juntos y luego nos fuimos hacia mi casa, donde me reuní con mi madre, mi padre, mi hermano y su novia.

Y me he pasado los días de visita en visita... entre familia y amigos he visitado a todos a los que he podido visitar. He hecho recados, visitas y he trabajado en la granja familiar (tenemos dos mil manzanos y es época de recogida de manzanas...) y al final se ha pasado mi visita volando...

Cuando me vuelva a Francia y vuelva a la rutina me volveré a sentir contenta allí, pero ahora mismo siento que no quiero volver. Pero todo se verá y ya os iré contando...

miércoles, 14 de octubre de 2015

Experiencia aupair: la belleza de éstos parajes

Hay veces en las que vivimos en un entorno precioso en el que cualquiera que viene de fuera lo ve y se queda con la boca abierta; pero nosotros, que hemos nacido y crecido rodeados de esos parajes no lo apreciamos. Yo sin ir más lejos, vivo en una casa en el monte, por lo que sales de mi casa y todo lo que veo son bosques, montes y paisajes bonitos pero monótonos hasta que te fijas en ellos y ves su belleza real. Y eso me pasa a mí, no aprecio la belleza del sitio en el que vivo; pero recuerdo el día en el que la que fue mi familia de acogida en los Estados Unidos vino a visitarme y se quedaron maravillados con las vistas. 



Pero eso cambia cuando como adulto nos mudamos a un sitio nuevo. Yo llegué a la casa de aquí un domingo por la noche, y por mucho que me habían hablado de los montes de Jura y de que se veía el Mont Blanc desde la casa, aquella noche no pude ver nada. Pero pronto empecé a descubrir los parajes de aquí alrededor y he visto que de verdad, el sitio en el que viviré éste año es de verdad uno de los sitios más bonitos en los que he estado.

Aquí os dejo unas fotos y dejo que juzguéis por vosotros mismos. 






(Puede que en ésta foto no se aprecie, pero eso 
que se funde con las nuves al fondo a la izquierda
es el Mont Blanc).






domingo, 11 de octubre de 2015

Aupair: expectativas vs realidad

Diría yo que llevo el tiempo suficiente como para darme de morros con todo lo que me tenía que haber dado, así que aquí os dejo una lista de expectativas vs realidad.


1. 
Expectativa: Una vez llegue la familia me explicará el día a día y las tareas que tengo que hacer.


Realidad: Apáñatelas y ve aprendiendo poco a poco.


La verdad es que en éste tema yo tuve suerte y durante la primera semana de mi estancia en la casa trabajé mano a mano con la que fue la aupair durante el año pasado. Los padres asumieron que al haber pasado una semana entera con ella y con los niños, me haría a la rutina, y que no hacía falta explicarme nada, y en parte tenían razón. Pero la semana que pasé con la aupair los niños no tenían clase, por lo que cuando los niños entraron en la rutina había mil cosas que nadie me había explicado. Ejemplo claro: me he pasado más de un mes recogiendo a los niños del cole y de la guardería y dandoles la merienda cuando llegan a casa y la semana pasada me enteré de que el niño pequeño ya merienda en la guardería. Así normal que con año y medio pese 14kg...



2.

Expectativa: Al principio al mayor le costará adaptarse a mí más que al pequeño, pero luego el mayor será más fácil que el pequeño.

Realidad: El pequeño me quiere, el mayor, si pudiera, me quemaría viva.


El mayor aceptó y entendió en seguida que la otra aupair se tenía que ir y que ahora sería yo la que los cuidaría, y al pequeño le costó un poco entender qué hacía yo en la casa, y por qué la otra aupair, que llegó cuando él tenía 4 meses ya no estaba en casa. Obviamente el niño no habla y no lo expresa así, pero al principio se le veía en la cara que no entendía qué hacía yo en la guardería cuando iba a buscarlo. Pero ahora, cuando voy a buscarlo viene corriendo a donde mí (ha aprendido a andar en éste mes y poco que llevo aquí), sonriendo y con cara de pillo y me abraza cuando se lo pido y le encanta que juegue con él. El mayor en cambio... entiende que estoy aquí y que soy yo la que le va a buscar al colegio, la que le da la merienda y lo baña, pero NO me respeta. Cuando está solo conmigo no quiere jugar conmigo ni le gusta que me acerque demasiado a él (debe de ser alérgico a mí o algo porque me mira como miro yo a una abeja si se acerca demasiado...), y cuando están los padres hace todo lo que puede para espantarme, desde pegarme a escupirme, pasando por insultarme. 



3.
Expectativa: tendré mucho tiempo, así que podré estudiar mientras estoy en el extranjero.

Realidad: tengo mucho tiempo libre, pero lo malgasto.

Mi intención para este año era estudiar un curso de profesora de ELE online durante las mañanas que tengo libres. Y es que en realidad tengo muchísimo tiempo libre, pero las horas me vuelan. 
Ejemplo: martes por la mañana, tengo libre hasta las cuatro de la tarde. ¿Qué hago? Me levanto a las 10 (si no más tarde), desayuno, miro a la cocina y pienso "dios... menudo desorden...", me tiro en el sofá y pienso "recojo todo esto, hago las camas de los niños y ordeno su habitación, leo un rato y escribo en en blog... y si me da tiempo hago unas compras en el Carrefour que no hay nada que me guste para comer". Me levanto, me pongo algún video en Youtube para entretenerme mientras recojo y me pongo a ello. Mierda, llevo diez minutos delante del ordenador y no he empezado a recoger. Recojo. "Qué pelos, me voy a duchar". Me ducho. "Mientras se me seca el pelo me tiro un rato y me pongo alguna serie o leo...". Olvida el libro, me pongo alguna serie. "Ostia, ha pasado una hora y no he empezado con la habitación de los niños... Pero ya es la hora de comer..." Pongo a hacer la comida y mientras se hace recojo a toda ostia la habitación de los niños. Como. Recojo mi habitación (si no, tengo que pasarme toda la tarde asegurándome que los padres no vean el desorden que tengo montado aquí). Las tres... mierda... en una hora tengo que salir de aquí, y me tengo que vestir, peinar, maquillar... Bueno me tiro un cuarto de hora y luego me preparo. "Jooooooder, las cuatro menos diez, me preparo a toda ostia y salgo." Y efectivamente, me preparo a toda ostia con pintas de madre de familia numerosa y salgo a por el mayor. 

4.
Expectativa: Si hago algo mal, la familia se enfadará.

Realidad: Son demasiado majos para decir nada.

Ésto puede sonar genial. Y en parte lo es, no tengo que escuchar ningún tipo de quejas, ni he tenido que tener conversaciones desagradables. Pero el no tener ningún tipo de feedback por parte de la familia tampoco es tan genial como pueda sonar. Porque siempre ando con la duda de si hago bien las cosas, de si debería hacer algo de tal o cual manera... Por lo que voy viendo sobre la marcha y machacando a los padres con preguntas tipo "¿Qué tal os parece que va todo?" "¿Algún problema con algo?" "¿Hay algo que creéis que debería hacer diferente?"

5.
Expectativa: Los fines de semana podré salir con mis amigos o hacer planes con los padres o quedarme tan tranquila en casa.

Realidad: Menos mal que he hecho amistades...


Vivo con una familia en la que los padres no paran de trabajar, y por lo tanto les gusta quedarse tranquilos en casa y no hacer nada, simplemente disfrutar con los niños. Y ésto está genial, porque dedican todo su tiempo libre a los niños. Pero no hacen ningún tipo de actividad los fines de semana, por lo que me quedan dos opciones: quedarme en casa con ellos sin saber si quedarme en mi habitación o estar con ellos o salir con amigos. 


6.
Expectativa: Al principio me costará adaptarme pero al cabo de un par de meses ya estaré algo integrada.

Realidad: ¿Adaptación? ¿Qué es eso?

Si habéis leido posts más antiguos habréis visto que durante los primeros días que pasé con la familia mientras ellos estaban de vacaciones fueron muy duros para mí. Pero en cuanto llegué a la casa de aquí todo fue rodado. Hice una gran amiga desde la primera semana que pasé aquí. Empecé a amoldarme al entorno desde el primer momento. Y cogí soltura por los alrededores (gracias a Mr. GPS) desde el momento uno. Por lo que se puede decir que desde que el momento en el que llegué aquí la adaptación fue más que fácil.

lunes, 5 de octubre de 2015

Experiencia aupair: "Resaca" post-visita

Como ya os he contado, mi novio vino a visitarme la semana pasada, y hemos pasado siete días geniales juntos. Pero como todo lo bueno, esto también llego a su fin... Y ha sido una montaña rusa de emociones. 

Los días que hemos pasado juntos han sido geniales. Hemos visitado algunos sitios, hemos aprovechado para descansar, he vivido mi rutina francesa en su compañía, y sobre todo hemos estado juntos como siempre; cosa que echábamos de menos más de lo que parecía.

Creo que ya lo conté, pero mi novio no se lleva muy bien con los aviones, por lo que para venir a visitarme se ha hecho más de 900km en coche. Salió un jueves de madrugada y llegó a la tarde. El camino fue largo y aburrido para él, pero la espera tampoco fue fácil para mí. Saber que estaba solo en la carretera, conduciendo todo ese porrón de kilómetros, sin haber podido descansar lo suficiente la noche anterior... Me pasé las horas desde que me desperté hasta que por fin llegó con los nervios a flor de piel. Pero cuando me dijo que estaba llegando, salí fuera y le vi llegar en coche, la sonrisa mas boba que jamás he tenido se me puso en la cara. No podía parar de sonreír, y en cuanto bajó del coche lo abracé una y otra vez, sin llegar a creerme que estaba aquí. No sólo era el hecho de que llevábamos un tiempo sin vernos (porque en realidad era poco más de un mes, y no es tanto), sino el verle en éste escenario que es mío y en el que no hay nadie de la vida que llevo en casa; como un niño que se encuentra con su profesora por la calle y le cuesta asumir que la está viendo fuera del colegio, a mí me costaba asumir que tenía a mi novio aquí conmigo.

Y así fueron los días, volando, más rápido que cualquier otro día que haya pasado aquí. Y llegó el momento de la despedida. Ya desde la noche anterior sentía un nudo en la garganta, y como el primer día que vino a visitarme, lo abrazaba y lo besaba a cada momento, queriendo convertir los segundos en horas y sin querer que llegara el momento de su vuelta a casa. Pero como era inevitable, la mañana siguiente llegó. 

Desayunamos y nos preparamos a toda prisa porque tampoco teníamos tiempo de sobra y queríamos poder despedirnos tranquilamente. Aguanté las lágrimas hasta que metimos las cosas en los coches, pero en cuanto empezamos a despedirnos empecé a llorar. Hacía un mes que no derramaba una sola lágrima, pero volver a despedirme de él (aunque sólo fuera por un par de semanas, cosa que en realidad no es nada), se me hizo más duro de lo que creía. Y ésta vez incluso él soltó alguna lágrima, cosa que no hizo cuando nos despedimos la primera vez que partí para Francia. Entre abrazos y besos nos despedimos y él salió en su coche y yo me quedé en el mío un par de segundos para poder recomponerme de todo. Pero cuando salí y me acerqué al primer cruce, ahí lo vi en su coche, esperando a que el GPS pillara señal. Así que nos volvimos a despedir, y en cuanto tiré para adelante y dejé de ver su coche volví a recaer en un mar de lágrimas; ya me había despedido de él y no esperaba volver a verle hasta que fuera a casa de visita en un par de semanas, así que volver a verle después de haberme recompuesto de la despedida me hizo volver a caer en el llanto. 

Y como ya esperaba, cuando se fue me quedé peor de lo que estaba antes de que viniese a visitarme. Como una amiga y yo comentábamos, estás en un sitio nuevo, haciendo cosas interesantes, viviendo cosas nuevas... y tienes la felicidad (digamos que) en un 80%; pero luego recibes una visita de éstas y mientras dura tienes los niveles de felicidad al 100% y todo es perfecto, y estas con esa sensación de sentirte flotar que sientes cuando estas de vacaciones. Pero luego llega el momento de volver a la rutina, y pensando en todo lo que has hecho, vuelves a u 70 o a un 80% de felicidad, y ese bajón es lo que más cuesta asumir.

Tengo que aclarar, que mi momento de bajón solo duro unos minutos y que pronto me recompuse, aunque como otra amiga aupair que tengo aquí mencionó, ahora estoy con la "resaca post-visita". Esa sensación de vacío que te queda después de un tiempo de felicidad absoluta. Pero en nada volveré a casa a visitar a mi familia, a mis amigos y a volver a ver a mi novio, por lo que ahora me queda disfrutar de éstos días que tengo aquí antes de que lleguen las vacaciones y vuelva de visita a casa.