Como bien dice el anuncio de El Almendro, he vuelto a casa por Navidad.
Ya puede ser Diciembre, Septiembre o Abril, cada vez que estoy fuera de casa en otro país y veo este anuncio se me saltan las lágrimas.
Llegué el 19, después de pasarme todo el día de viaje en coche y me quedaré hasta el 3 de enero. Dos semanas enteras para pasar con la familia, disfrutar de la Navidad y desconectar un poco de el jaleo de vivir en una casa con niños.
Es increíble lo rápido que se adapta el ser humano a un sitio nuevo, y la extraña sensación de volver a casa y sentirte extraña no deja de sorprenderme. Volver y extrañarte por lo ligeramente diferentes que son las señáles de tráfico, poder entender las conversaciones que tiene la gente sin tener que esforzarte por ello y que te resulte extraño, despertarte y necesitar un minuto para darte cuenta de que estas en casa... Todas éstas cosas jamás dejan de sorprenderme.
Pero ya llevo una semana aquí, y ha sido genial reencontrarme con mi novio, pasar tiempo con mi familia y dormir en mi habitación, y ahora estoy perezosa de volver a Francia. No me apetece tener que empezar con la rutina diaria de allí, ni pasar horas sola, y aunque tengo ganas de volver a ver a mis amigas de allí e incluso de estar con los niños, en general estoy encantada de estar de vuelta en casa, y me quedaría durante más tiempo aquí.
Pero al igual que yo estoy encantada de estar en casa, tengo una amiga aupair que no para de escribirme diciendo que está deseando volver a Francia y que está aburridísima en casa. Y por otro lado están las aupairs que se han ido y que ya no volveran, las cuales, sí, están contentas de estar de vuelta en casa, pero ya echan de menos la experiencia que, para ellas, ya ha terminado.
A mí me queda otra semana aquí y voy a disfrutarla a tope, para volver con las pilas cargadas. ¡Feliz Navidad a todos!