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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Experiencia aupair: Primer fin de semana fuera.

Hace ya tres semanas, cuando me fui a casa, la pregunta que con más frecuencia escuché fue la de "¿Has viajado mucho?", y cada vez que tenía que contestar que no se me caía la cara de vergüenza, porque ¿qué hago aquí si no viajo y conozco los alrededores? Por eso, volví de ésa visita a casa con la determinación de viajar todo lo posible en cuanto volviese. Y así fue. Al segundo fin de semana desde mi llegada, nos juntamos cinco chicas, cogimos el coche y nos fuimos de fin de semana a Dijon y Beaune.

Nos cogimos una casa en Airbnb, que tampoco va sin anécdota, ya que miramos a un millón de casas y cuando nos tocó ir a hacer la reserva de la casa, se me fue la olla y en vez de reservar la casa que habíamos elegido en Suiza, alquilé otra que habíamos visto en Francia. Pero el fin de semana resultó ser genial.

Salimos de aquí a las 8 de la mañana y nos pusimos rumbo a Dijon. Ingenuas como fuimos, no miramos la ruta y simplemente metimos una dirección en el gps y seguimos sus órdenes. Pues el señor GPS no tuvo otra idea que llevarnos a través de los montes de Jura, los cuales tardamos hora y media entre subir y bajar. Y he de decir que vimos unos parajes increíbles desde el coche; desde lo alto de la montaña se veían todos los parajes de alrededor, y con el tiempo tan bueno que nos tocó vimos unos parajes increíbles. Pero con tanta curva y con tanto sube y baja llegamos con un mareo impresionante. 

Y con alguna parada, después de aparcar y dar un paseo por la ciudad, llegamos al centro de Dijon. Personalmente, me pareció una ciudad bastante bonita (e ideal para ir de compras, cosa que no hicimos), pero que en un sólo día ves entero y en el que no pasaría más de un fin de semana. Tiene el tamaño ideal que me gusta en una ciudad, sin ser una de éstas macrociudades como París o Lyon, pero con más ambiente que un pueblo. Vimos el parlamento, un par de iglesias y después de comer unos crepes (cómo no... me voy a poner temenda a base de crepes con nutella), nos pusimos rumbo a la casa que habíamos alquilado.



Alrededor de las cinco de la tarde serían cuando llegamos a la casa, y la verdad es que en cuanto la vimos quedamos encantadas. Es verdad que el sitio tenía pinta de haberse renovado con materiales baratos, pero era una casa individual entera para nosotros, ¡con todo lo que necesitábamos y mas! Tres habitaciones, un baño con ducha de agua de lluvia y jacuzzi/megabañera, un salon-comedor-cocina enorme, y una terraza en el que el monísimo perro de la familia pasó la noche. 

Lo malo era que en el mismo pueblo no había nada, ni un triste supermercado, por lo que tuvimos que conducir 20 minutos para llegar al Carrefour más cercano. Allí hicimos las compras, y ya de noche nos volvimos a la casa. La noche fue lo más divertido del viaje. Cocinamos entre todas, cenamos, bebimos, jugamos al "yo nunca..." (porque, seamos realistas, ¿qué mejor manera hay de conocer a alguien?), hablamos mucho, y sobre todo, disfrutamos de una noche sin niños, pudiendo hacer lo que queríamos.

Y el domingo, nos despertamos pronto (a las 9, que siendo domingo, para mí, es impensable) y nos fuimos a Beaune, donde dimos una vuelta por el pueblo, y donde visitamos el hospicio de Beaune, un hospital para pobres creado en el siglo IVX (si mal no recuerdo), que siguió en marcha hasta el siglo pasado. Hicimos un tour impresionante y quedamos encantadas con la visita. 






Pero como todo lo bueno, el fin de semana también llegó a su fin, y hacia las 18.30 nos pusimos vuelta de rumbo para "casa". Eso si, con la mente despejada y con el recuerdo de un fin de semana genial.